El pasado 20 de septiembre fallecía doña Ana Guzmán Sigler (ver Diario de Jerez, Obituario, 21 de septiembre). Y seguramente desde donde esté se habrá reído de ese doña antepuesto a su nombre, porque ella con su gran, enorme inteligencia, sabía que los tratamientos de respeto no se ganan con la edad, sino con los actos. Y en estos, en todos los aspectos de la vida, Ana Guzmán fue siempre toda una señora. Los que la conocimos profesional y personalmente durante años coincidimos en destacar una cualidad que tenía en grado superlativo a la que ya hemos hecho alusión: su inteligencia. Quizá una virtud actualmente poco valorada pero que, como Ana demostraba todos los días, es la fuente, el origen de muchas otras virtudes que la convertían en una persona excepcional. Sin su inteligencia no se entendería su profundo amor por su profesión, su vocación como docente de una de las disciplinas más hermosas que puedan impartirse, las Clásicas. Y de ahí, su amor por el que fue desde niña su centro de enseñanza, el Instituto Padre Luis Coloma, en el que entró como alumna y cerró su etapa en esta institución como directora. Fue ella la que supo ver la importancia del Coloma como referente de la ciudad y desempeñó su dirección con la enorme responsabilidad que le debía. Sin su inteligencia no hubiera sido doña Ana Guzmán una excepcional esposa, madre y abuela, otros títulos que en esta sociedad de hoy parece que no cotizan demasiado alto en la bolsa de los méritos personales, y ahí están su marido Paco Giles, sus hijos y sus nietos, una familia unida que ella llenaba de amor. Su abnegación, su generosidad, su profundo amor por la vida, su alegría son también virtudes que Ana nos demostraba a diario a los que fuimos sus compañeros y compañeras, sus amigos y amigas, a todos los profesores que pasaron por tantos y tantos claustros que ella dirigió. Y también su entereza en los malos momentos, en el dolor por el fallecimiento de su querido hermano Laureano, a quien estaba muy unida.
Se ha ido una persona excepcional en todos los aspectos en que un ser humano puede alcanzar la excelencia. Muchos han sido los mensajes de condolencia y las muestras de cariño que en la dirección del que ha sido y es su instituto, el Coloma, hemos recibido en estos días, muestras de la huella imborrable que Ana ha dejado en las personas que la conocimos. Nos ha dejado Ana Guzmán Sigler, doña Ana Guzmán, toda una señora. Descanse en paz.
José Ángel Aparicio Hormigo (Director) y José López Romero (exdirector) En nombre del Instituto Padre Luis Coloma.